Rebelión
Se rompió la copa de vidrio fino
con su dorado tallo y esculpido pie.
El rojo mar cayó sobre la mesa:
manchó el cielo de seda que la cubría,
pecado en sangre entre bordados de oro;
salpicó la loza de porcelana labrada,
vago lamento que no quiebra el mármol;
y ensució los cubiertos de oro y plata,
fútil osadía ante el caro metal.
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Pudo limpiar la mesa con su mano,
sufrir los duros vidrios en su piel,
mezclar vino y sangre sobre la tela:
el dolor propio y el de la laceria
de aquellos pies que pisaron la uva…
–00–
Retiró el menoscabo de la mesa,
la cubrió con nuevo cielo de seda,
nuevos platos y cubiertos sobre ella,
una copa y el vino para olvidar.
© F. Urien
Furien, que bien. Eso me gusta… Olvidar y empezar de nuevo. Magnífico poema.
Gracias melbag123. Mi intención era mostrar cierta impotencia frente a la riqueza.
Un saludo.
Hay cierta impotencia ante la riqueza, ¿pero qué podemos hacer? El que tiene, no quiere compartir. Eso queda en su conciencia. Saludos a ti.
Así es.
Un abrazo.
A veces nos olvidamos que la riqueza no es la perfección.
Me gustó.
Saludos
Gracias, por pasar por aquí. Ni la perfección ni la felicidad se encuentran ella, estoy seguro. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo.